Amor, poder y el deseo de trascender más allá de la belleza: los dolores que marcaron a Cecilia Bolocco

19/05/2022

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Creció en una familia tradicional y acomodada, pero perdió a uno de sus hermanos mayores en un terrible accidente. Fue coronada como la mujer más linda del mundo, pero siempre quiso ser reconocida como “independiente y emprendedora”. Tuvo una boda de reina y otra popular y casi grotesca, y dos separaciones traumáticas. Pero nada de eso la preparó para su peor trance, cuando casi pierde a la persona más importante de su vida: su hijo Máximo

Por Mercedes Funes 19 de Mayo de 2022


Cecilia Bolocco, la mas internacional de las figuras chilenas. Una vida entre el glamour, el dolor y la bùsqueda del amor (Photo by Rodrigo Varela/WireImage


Hay un viejo cuento que circula en las redacciones que dice que, veintiún años atrás, cuando apenas unos días después su casamiento con Cecilia Bolocco Carlos Menem fue procesado y detenido con domiciliaria por contrabando de armas a Croacia y Ecuador, algunos de los jóvenes cronistas que aguardaban por una entrevista en la quinta de Armando Gostanian en Don Torcuato debatían –como el resto de opinión pública a ambos lados de la Cordillera– si el amor de la pareja era real. Para dirimir el asunto, uno de ellos se acercó a espiar por la ventana de la sala en que los recién casados esperaban a su vez a los medios. Lo que vio lo sorprendió por completo: a solas con su marido, una enamorada Bolocco abrazaba con ternura al ex presidente. Si su amor era falso, lo disimulaba muy bien.


La ex Miss Universo chilena tenía entonces 36 años y enfrentaba con dignidad el giro de una historia que había cambiado en sus narices: de un promisorio futuro de primera dama al oprobio de la cárcel. Unos meses más tarde le confesaría a la revista Caras: “Yo estoy presa con Carlos”. Era cierto, durante los cinco meses de arresto domiciliario del desaparecido líder justicialista, que le llevaba entonces casi su propia edad, 35 años, Bolocco no se despegó de su lado.


En la misma nota aseguraba que, pese a tener que atravesar “una prueba muy singular”, estaba feliz junto a Menem –a quien llamaba cariñosamente “dulcito”– y confiaba que pasaban el tiempo “leyendo y compartiendo pensamientos”. Hace unos años, en una entrevista para la televisión chilena, confió también que su relación había sido muy apasionada. “Carlos me despertaba a las tres y a las cinco, para que sepas –dijo Bolocco a la presentadora–. No era con despertador, no vamos entrar en detalles”.



La reina Cecilia Bolocco y su familia en 1987: sus padres Enzo y Rose Marie Fonck y sus hermanos Juan Pablo, Verónica y Diana. Rodrigo, su otro hermano varón, ya había muerto en un accidente de auto un año antes


En febrero de 2003, y en plena campaña para volver a la Casa Rosada por tercera vez, el matrimonio confirmó que la actriz, modelo y conductora estaba embarazada de un varón y no de mellizos, como decían los rumores. No había sido engendrado en esas noches de pasión, sino por fecundación asistida en la prestigiosa clínica Las Condes. A los 72 años, el entonces candidato, famoso por sus múltiples romances y una capacidad de seducción que descolocaba a propios y ajenos, padecía azoospermia, es decir, su conteo de espermatozoides aptos era demasiado bajo.


Para cuando Máximo Saúl Menem Bolocco llegó al mundo, en noviembre de 2003, su padre ya se había bajado de la segunda vuelta contra Néstor Kirchner –y de la posibilidad de volver a gobernar la Argentina–, pese a haberle ganado por cuatro puntos en las elecciones de abril. La reina de Belleza había contado por primera vez su sueño de tener un hijo con el político riojano en una entrevista con Para Tí que generó polémica: posaba en tapa teñida de rubio Evita, desnuda y apenas cubierta con una estola de piel con los colores de la bandera argentina a modo de banda presidencial.


En diálogo con la revista femenina, también había dado indicios de una sombra que empañó su vida de casada y luego como ex mujer de Menem: a días de la discreta boda en La Rioja –sólo para los íntimos y los habitantes del pueblo que tuvieron entrada abierta al polideportivo local en medio de la causa por la que se investigaba al novio–, Bolocco aún no conocía a Zulemita ni se la esperaba en la fiesta. La hija de su pololo no veía la unión con buenos ojos y estaba furiosa con su padre y su nueva madrastra. “Siento que ella ha tomado ese camino, respeto su decisión –dijo Bolocco a Para Ti–. Pero yo no voy a tratar de convencerla de nada. Es algo que pasa por el corazón de cada uno”.



En 1987, poco antes de cumplir 21 años, viajó a Singapur para competir por el cetro de Miss Universo. Fue la primera chilena en lograrlo


Máximo había sido un bebé muy buscado por sus padres y tuvo el buen tino de ser concebido a tiempo para la campaña, aunque Menem repetía en los programas políticos del momento, como Hora Clave, que su deseo de tener un hijo nada tenía que ver con el de volver a ocupar el sillón de Rivadavia –”Estamos en ambas cosas a la vez”, decía–. Pero demostrar la potencia del caudillo no había sido suficiente, y su madre pasó el embarazo sola en el Hotel Presidente –lo único que quedaba del sueño presidencial–, mientras el padre se abocaba de lleno a reorganizar su futuro político.


Vivo retrato del ex mandatario, el niño nació en Las Condes y fue presentado por sus padres en la misma clínica, aunque Menem no estuvo ahí para recibirlo. “Fue una pena –dejó trascender ella años más tarde–. A la sala de parto ingresaron mi mamá, mis hermanas, mi cuñada, mi papá. Habría sido lindo que hubiese estado Carlos. Pero lo llamamos por teléfono y en el momento en el que nació Máximo él escuchó su llanto. Yo tenía el celular en la mano. Imagínate la locura. Cuando le avisé (que estaba por nacer Máximo), me dice: “‘¿No podemos dejarlo para mañana?’”. Con esa anécdota y entre risas, Cecilia describió la distancia que ya había impuesto la política en sus vidas y, sobre todo, la que marcaría casi desde el vamos la relación de su ex marido y su hijo menor.


Tras el bautismo en Zapallar, la familia se estableció por un año en Santiago porque la situación judicial de Menem había vuelto a complicarse y corría peligro de que volvieran a detenerlo en caso de regresar a la Argentina. Esa etapa juntos en Chile fue la última para una pareja que ni siquiera había tenido luna de miel.



Bolocco con la banda y la corona de Miss Universo. Esa conquista la ubicó como la mujer más famosa de Chile. Y muy pronto le permitió llegar a conducir en la CNN


En diciembre de 2004, un mes después del primer cumpleaños de Máximo, un juez levantó el pedido de captura de Menem, que volvió a La Rioja donde prometió volver a postularse. La ex Miss Universo y su hijo ya no estaban en la foto, y pronto Bolocco admitiría con amargura: “Lo amo, lo respeto muchísimo, pero en definitiva su vida es la política y con suerte yo vengo después, en segundo lugar, con suerte. Y ahí también Máximo, con suerte en segundo lugar”.


El amor con el riojano al que había conocido cinco años antes en una entrevista íntima en su mansión de Anillaco para el especial por el que también se besó con Miguel Bosé y anduvo en bicicleta con el peruano Alberto Fujimori, parecía haber llegado a su fin. Sin embargo, marcaba para siempre un punto de quiebre definitivo en su historia: la presentadora chilena ya no estaba sola. Máximo se convirtió desde entonces en el centro de su vida.


Pero esa vida y su carrera meteórica habían comenzado mucho antes. Aunque la mayoría de los argentinos conocimos a Bolocco cuando oficializó su romance con Menem –que selló el cortejo con unas botas de cuero negras compradas en Italia y un anillo de oro de Bulgari en forma de corazón, con incrustaciones de diamantes–, para entonces ya era una diva absoluta en su patria. Una de esas figuras que nacen brillando, como dice Susana Giménez –quizá lo más parecido a una par local de “la Cecilia”–.



El primer marido de Cecilia Bolocco fue el productor y actor estadounidense Michael Young. La boda fue en 1990. En 2001 -poco antes del enlace con Carlos Menem- el matrimonio fue anulado


Con brillo propio y en una familia de la alta sociedad trasandina, Cecilia Carolina Bolocco Fonck había nacido en Santiago el 19 de mayo de 1965 como la tercera de los cinco hijos del empresario ítalo-albano Enzo Bolocco y Rose Marie Fonck Assler. Su infancia y su adolescencia fueron plácidas y acomodadas: estudió en uno de los colegios más exclusivos de la capital chilena –donde también fue reina–, se aferró a las rigurosas clases de ballet en el conservatorio de danza experimental de una de las maestras más prestigiosas de Santiago, y tuvo un breve paso por la carrera de Ingeniería Civil en la Universidad de Santiago antes de dejar para estudiar Diseño de Indumentaria. Un mundo feliz que se quebró de golpe un verano en Reñaca, cuando Rodrigo, uno de sus hermanos mayores, murió en un accidente de auto.


Cecilia fue la que atendió el teléfono esa noche de 1986. “No sé qué estaba haciendo. Dibujando, leyendo... qué sé yo. Siento el teléfono, lo levanto y era uno de los amigos que había estado en el auto con ellos”, recordó el año pasado en el programa De Tú a Tú. Contó también que el amigo de su hermano le dijo que Rodrigo había tenido un problema, pero no la quiso preocupar y pidió hablar con su padre. Cecilia fue a despertarlo y su madre se levantó intuyendo algo. Ella también intuyó, cuando sus padres se fueron y quedó a cargo de su hermanita Diana, hoy otra conductora famosa en Chile, que no lo volvería a ver. Fue en su cuarto, cuando tocó su ropa. Supo entonces que su hermano estaba muerto.


Con el tiempo, entendió lo que le dijo su padre en algún momento: “Yo dejé de preguntarme ‘¿Dios mío por qué te lo llevaste tan pronto?’. Ahora voy a dar gracias porque lo tuvimos”. La fe y esa filosofía signaron a partir de entonces cada desventura en su vida. No había tiempo para llorar, y menos en público.



El "piquito" tan pedido entre Cecilia Bolocco y Carlos Menem. Muchos notaron que ella tenía los ojos abiertos, lo que se interpretó como falta de pasión Foto NA


Al año siguiente, a pocos meses de la tragedia que la había partido en dos, fue elegida Miss Chile para Miss Universo. Faltaba un mes para que cumpliera 21 años y viajó a Singapur, donde le ganó a las 67 mujeres más lindas del planeta para convertirse en la primera Miss Universo chilena. Antes había sido eliminada en el concurso sudamericano, pero esa derrota terminó de sacarle las dudas que tenía antes de presentarse a la contienda internacional, pese a la insistencia de sus amigos: “No sabía en realidad si hacerlo, porque si ganaba iba a quedar con el rótulo de Miss y mi sueño era ser una mujer independiente y emprendedora”.


Un poco para convertirse en eso, y otro para cambiar de aire, se mudó a Los Ángeles. En esa ciudad lejana a los prejuicios de la elite chilena, pasó su reinado y su duelo. Cuando volvió a su país, fue aclamada como si en efecto fuera parte de la realeza. El dictador Augusto Pinochet no dudó en saludarla como “una fiel representante de la belleza y simpatía de la mujer chilena”. Ella, claro, se sentía mucho más que eso. Y lo demostró con creces en la conducción de sus dos primeros programas televisivos: Porque hoy es sábado y Martes 13.


Pero las posibilidades de una reina en Santiago eran acotadas para una chica con inquietudes que ya había triunfado en el mundo. Aceptó una oferta de la CNN en español para presentar dos ciclos en el noticiero Telemundo. Le bastó con eso para establecerse como una mujer que estaba por encima de su belleza: ganó dos premios Emmy.



En plena carrera por las presidenciales de 2003, Cecilia Bolocco hizo una polémica portada para la revista Para Tí: desnuda y cubierta por una estola con los colores de la bandera argentina, decía que no temía convertirse en Primera Dama


Así fue como conoció a su primer marido, el actor y productor de cine estadounidense Michael Young. En la fiesta de casamiento en el Palacio Cousiño de Santiago, el 3 marzo de 1990, no faltaron las cámaras; para la prensa trasandina era “la boda del año” y se transmitió en vivo con 80 puntos de rating. La novia –una Bolocco morocha y con un vestido con apliques de flores y cola de cinco metros al mejor estilo Spencer– llegó a la ceremonia oficiada por tres sacerdotes en el carruaje presidencial, cedido por primera vez para un evento no oficial. Entre los mil invitados a la fiesta –de obligatorio smoking o vestido largo- estaban Pinochet y el entonces presidente Patricio Aylwin, el primero de la transición a la democracia. Siempre se codeó con el poder.


Casada con Young, “la Bolocco” se estableció con él en Atlanta y se transformó en la cara de Telemundo. Siempre arriesgó, en su carrera y en su vida: ya estaba consagrada como conductora cuando le ofrecieron encarnar a la villana de una novela de Televisa. Karina Lafontaine de Montero se robó toda la atención de Morelia, la tira mexicana que se emitió en 70 países y le dio un nuevo rol a “la Cecilia”; ahora también era actriz.


A mediados de los 90, instalada en Miami, su pareja estaba en crisis. Bolocco trabajaba sin parar y, en cambio, todos los proyectos de Young parecían naufragar. No superaba ver que a esa supuesta trophy wife latinoamericana e inofensiva le iba cada vez mejor que a él. Sin divorcio legal en Chile, la ex Miss Universo consiguió la salida más elegante para una mujer que había crecido atada a las convenciones del conservadurismo más tradicional: la anulación de su matrimonio –tanto civil como religiosa– se selló en 2001, justo para su casamiento con Menem. No había hijos en común y, tras la división de bienes, Bolocco y Young no se hablaron nunca más. Ella se sinceraría más tarde: “Nuestro matrimonio nunca fue una verdadera unión. Esa complicidad que uno busca en una relación de pareja no se dio”.



Carlos Menem y Cecilia Bolocco junto a su hijo Maximo, que nació en noviembre de 2003 en Chile y fue concebido por el método de fertilización asistida FOTO: ARCHIVO NA


El regreso a Chile, en 1996 y ya separada, fue el tiempo de cosechar el éxito y la fama internacionales. Condujo, primero, Viva el Mundo, con el reconocido presentador Kike Morandé: fue uno de los programas con más rating en la historia de la televisión de ese país. No faltó demasiado para que los conductores del show del momento se miraran con otros ojos.


Pero, para Bolocco, fue otro traspié: él era casado y dejó a su mujer por ella, algo que parte de la sociedad chilena no le perdonó a ninguno de los dos. Finalmente, Morandé eligió su carrera y volvió con su familia, como mandaban la moral y las buenas costumbres. Y la reina de belleza se tragó su orgullo con la dignidad de siempre, para hacerse más fuerte. Inició un romance público con el músico Keko Yunque y se puso al frente de su propio programa, La noche de Cecilia.


Después se la vincularía también con el escritor boom de la época: Paulo Coelho, aunque ellos siempre dijeron ser sólo buenos amigos. Daba igual, Bolocco había ganado millas suficientes para cumplir su sueño de ser popular como la mujer independiente y emprendedora que era, más allá de su belleza. Como Susana, “la Cecilia” ya no necesitaba apellido –ni un hombre al lado– para explicar quién era. Al menos hasta que cruzó la Cordillera.



En el año 2007 un paparazzi captó a Bolocco en topless junto al empresario italiano Luciano Maroccino. La separación con Carlos Menem ya era un hecho


La entrevista en la que conoció a Menem fue precisamente para el ciclo La noche de Cecilia. Era septiembre de 1999 cuando llegó con su equipo de producción a La Rosadita, la fastuosa casa del ex presidente en Anillaco. La atracción fue instantánea. El casamiento, todo lo contrario a su boda chilena: popular hasta lo kitsch, con gradas para que los viera todo el pueblo y hasta souvenirs vendidos en serie en los locales de regionales de La Rioja con frases alusivas como “Caramba con el turquito, vaya a saber con qué verso la conquistó a la niña más linda del universo”.


La ceremonia fue en la residencia del gobernador, que Menem sentía como propia tras gobernar la provincia en dos períodos (1973-1976 y 1983-1989). Cuando los novios salieron a saludar al centenar de periodistas y fotógrafos chilenos y argentinos que cubrían el evento, fueron sorprendidos al grito de “piquito, piquito”, pero nadie tuvo en ese momento la foto del beso. La que circuló después era fría y distante. Cecilia tenía los ojos abiertos.


En el polideportivo donde se hizo la fiesta, entre cazuelas con platos típicos –locro servido en bandeja de plástico para los que miraban desde las gradas– y un calor que trepaba a 40 grados, los Bolocco-Fonck, que viajaron desde Las Condes, hicieron lo imposible para evitar cualquier gesto de vergüenza ajena. El resto, claro, lo resolvió el carisma del ex presidente: hasta ellos se rindieron a sus pies. Además, Cecilia repetía a sus cercanos que era más feliz que nunca, y todos sabían cuánto se lo merecía esa mujer que, aunque se mostraba fuerte, había sufrido tanto.



Máximo Menem Bolocco (que usa el apellido materno en sus redes sociales, fue el gran amor de la vida de la conductora chilena. Cuando le detectaron un tumor cerebral, su vida se paralizó: fue su peor momento, luego felizmente superado (@maximobolocco)


Pero la alegría duró un suspiro. Primero tuvo que convertirse en garante judicial de su marido y cambiar la luna de miel programada en Río de Janeiro, Miami y Damasco por la quinta de Gostanian en Don Torcuato. Cuando anunciaron el embarazo, dos años después, Zulemita reaccionó con el mismo sarcasmo que se repetía en los comentarios en las casas a un lado y al otro de la Cordillera: “Sería muy egoísta tener un hijo a los 70 años ¿quién lo va a cuidar? ¿El próximo marido de ella?”.


A “la Cecilia” le importaba poco lo que dijeran: la llegada de Máximo transformó su vida. Empezó a pasar cada vez más tiempo en Santiago, rodeada de la contención de su familia. En 2005, reconoció que ni ella ni su bebé eran prioridad en la vida del ex presidente, pero lo cierto era que las suyas también habían cambiado. El secreto a voces de su separación estalló dos años después, cuando se filtraron sus fotos tomando sol en topless en Miami junto Luciano Maroccino. No pasó mucho hasta que la pareja Menem-Bolocco firmó su divorcio legal.


De regreso en Chile y para quedarse, volvió a protagonizar éxitos en la televisión. Estaba radiante, aunque se reconocía agotada por una maternidad que llevaba adelante sola: “Es muy complejo no tener relevo. Físicamente, es muy cansador; y espiritualmente, te agobia. Porque tu quisieras un apoyo en algunos momentos, descansar en alguien, preguntarle a alguien más, alguien que fuera tan cercano a tu hijo como tu lo eres con él. A su otro papá. Pero sino está, lo haces tu. De alguna parte llega esa fortaleza”, dijo en entrevista con el programa Mentiras Verdaderas.



Cecilia junto a su hijo Máximo. El joven, en una entrevista que concedió a la revista Velvet, definió a su madre como "una tremenda mamá. La mejor"


Con Máximo entrando en la adolescencia, había dejado de enmascarar el abandono de su padre: “La verdad es que yo también dejé de tratar de ser ese padre. Por mucho tiempo traté de protegerlo y de incluso justificar la ausencia de su padre. Hasta que entendí que le estaba haciendo un gran daño a Máximo. Él tenía que ver la realidad como es”. Bolocco era feliz con su hijo, pero sufría al verlo frustrarse cada vez: “Lo único que quiere es ver a su papá. Por eso busco que mantengan el contacto”.


Recién en 2016 volvió a tener una pareja oficial y pública, nuevamente con un hombre poderoso: José Patricio “Pepo” Daire, presidente del holding CF Inversiones y copropietario de la productora Chile Films. “Es una bendición –decía entonces–. Estoy tan feliz porque veo a mi hijo y a los hijos de Pepo tan contentos... Es pura felicidad. Él es un compañero, el hombre para mí”.


Pero ninguna de las pruebas que había enfrentado en su vida la preparó para el cimbronazo que viviría dos años más tarde, cuando Máximo fue diagnosticado con un tumor cerebral. Entonces, sí, por primera vez, Bolocco sintió que no iba a soportar la angustia. El tratamiento, durísimo, se realizó en el St. Jude Children’s Research Hospital de Memphis, en Estados Unidos. Cecilia no se despegó de su lado y Daire estuvo ahí para contenerlos. Eran familia.



Máximo, Zulemita y Carlos Menem en uno de los escasos encuentros familiares. A pesar que el hijo menor del ex presidente lo pudo ver antes de su muerte, con el resto de la familia no quedó una buena relación


“Llegó el día de la operación y esas fueron las ocho horas más largas de mi vida. Solo recuerdo que recé ocho horas de rodilla y pedí que lo acompañaran, lo cuidaran y que todo se hiciera con una mano divina”, reveló luego Bolocco. El pronóstico no había sido alentador: en caso de sobrevivir, Máximo podía quedar con graves secuelas. El milagro de su recuperación total impulsaría luego a la presentadora a crear una fundación para ayudar a niños con cáncer: “Siento que para mí fue una experiencia más de aprendizaje, de dolor. Quiero transmitir que estas cosas pasan por algo, y que con fe y alegría se puede salir adelante”.


Ya restablecido, Máximo contaría a principios de este año a la revista Velvet los pormenores del trance que afrontó con la fortaleza de su madre: “Ella siempre me ha protegido, siempre ha estado a mi lado… Jamás la vi titubear durante la enfermedad, jamás me hizo sentir que era algo grave. Yo nunca pensé que me iba a morir. Ella hizo que todo fuera súper tranquilo”. Aunque admitió: “Mi mamá murió y nació de nuevo. Nos hicimos más cercanos que nunca y, según yo, ahora nos entendemos mucho mejor que antes. Siempre fue cariñosa, pero ahora es otra cosa. Ella es una tremenda mamá. La mejor”.


También contó cómo al abrir los ojos tras su primera intervención en Chile, se encontró con su padre sentado a su lado. “Me acuerdo de la imagen, pero no dimensioné nada más –confió–. Eso sí, sentí rabia de saber que había venido Zulemita, cuando ella siempre me había hecho la vida imposible. Verla llorar en televisión, eso me ofuscó”, dijo. Según él, su hermana siempre había sido un obstáculo para acercarse a Menem: “Tenía que pasar por la Zulemita para llegar a hablar con él. [...] Era muy difícil contactarse, al final llamábamos a uno de sus custodios, pero se hacía difícil”.



Del brazo, rumbo a su tercera boda: José Patricio Daire y Cecilia Bolocco, muy felices (Fotos: Teleshow)


Aunque los dos viajaron a la Argentina en diciembre de 2020 para despedir a un Menem ya en coma, sólo Máximo entró en la habitación donde agonizaba el ex mandatario. “Fue la única vez que pude estar solo con él –contó él a Velvet–. Me acuerdo de que le agarré la mano y le hablé una hora sin parar. Y sé que me estaba escuchando, porque en ciertas partes el monitor se alteraba”. En esa nota también dijo que tenía otros referentes paternos: Pepo y Gonzalo Cisternas, el padre de los dos hijos mayores de Diana Bolocco. “Pero de mi papá no sé mucho ni sé dónde buscar su historia”, concluyó.


Sí tenía claro, sin embargo, que había heredado el poder de seducción del riojano: “Dicen que soy tan encantador como mi papá”, tituló la revista, aunque los encantos de Bolocco también estaban a la vista. En las redes, por ejemplo, el chico de 18 años, elige hasta hoy usar el apellido materno.


A los 57 años, la ex Miss Universo sigue cosechando éxitos en su carrera. Acaba de sacar una cápsula con su nombre y un perfume de inspiración propia para Falabella, y retomó los planes para su postergada boda con Daire. Suele compartir con sus casi un millón de seguidores en Instagram los mimos y atenciones que recibe de su pololo y dice estar enamorada de su hijo, “de Pepo y de la vida”. Plena y hermosa como siempre, parece algo más vulnerable que la mujer que posaba con aires de primera dama hace dos décadas. Después de su momento más difícil, o justo porque la acompañó en todo ese tiempo, puede que la reina trasandina haya encontrado por fin el amor verdadero. Y tal vez para ella la tercera sí sea la vencida.


https://www.infobae.com/historias/2022/05/19/amor-poder-y-el-deseo-de-trascender-mas-alla-de-la-belleza-los-dolores-que-marcaron-a-cecilia-bolocco/


 

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